Confinamiento por Covid-19: el impacto en dos tratamientos psicoanalíticos on-line
Ilustraré cómo el Covid-19 y las medidas de emergencia tomadas para contener su propagación tuvieron un impacto en dos tratamientos en línea en curso.
Institute of the Italian Psychoanalytical Society ![]() ![]() Sofia es una joven de 28 años que vive, desde hace 5 años, con su pareja en Islandia. Ella es una "expatriada italiana", lo que significa que tuvo que abandonar el país con la esperanza de encontrar un trabajo adecuado, lo que hizo y ahora trabaja en la industria de servicios de alimentos. Viene de Cerdeña, donde regresa todos los años para visitar a su anciana y solitaria madre. La madre de Sofía ha pasado por varias hospitalizaciones a causa de su trastorno bipolar, que padece desde que su hija era una niña. El padre de Sofía murió hace unos diez años. Durante la terapia Sofía entra en contacto con su fuerte rabia hacia la madre, su fragilidad, su dependencia de los demás. Tal rabia se intensifica cuando Sofía comienza a considerar la idea de convertirse en madre ella misma: “¿Cómo voy a poder cuidar a un bebé? No quiero terminar como mi madre: su vida se arruinó con mi nacimiento”. La culpa de Sofía por el mero hecho de existir (como una entidad separada de su madre) se aplaca cuando regresa a Cerdeña. En ese momento, sin embargo, algo dentro de ella se rebela, como por un sentimiento de traición hacia ella misma y su proyecto de vida con su novio. Este movimiento oscilante entre Islandia y Cerdeña caracteriza el primer año de tratamiento, hasta que, en febrero de 2020, la emergencia de la Covid-19 entró repentinamente en las asociaciones de Sofía con un ligero indicio de que le tomaron la temperatura en el aeropuerto. Sofía comienza a informarse, cada vez con más ansiedad, sobre la situación. Pero cuanto más lee, más crece su incertidumbre sobre lo que está sucediendo. La fecha crucial es el 9 de marzo, cuando Italia entra en un bloqueo total. Sofia se queda en Cerdeña, pero todavía tendría la posibilidad de volver a Islandia. Sin embargo, decide no hacer nada, motivando racionalmente su decisión por el riesgo de quedar en cuarentena o, peor aún, llevar el virus consigo a la otra isla. Sin embargo, a nivel emocional, Sofía se entrega y se entrega a la reclusión con la madre. Entramos así en un tiempo indefinidamente suspendido y en un espacio de convivencia con un agente patógeno imperceptible, aún virtualmente letal. Puedo ser testigo de mi mente buscando ansiosamente un significado sobre lo que está sucediendo. Pienso en un reflejo automático, como una forma de hacer frente al impacto. Un reflejo en el sentido de fundirse con “el cálido cuerpo de la madre”. Aunque creo que, en el caso de la elección de Sofía, la culpa por abandonar a la madre necesitada hubiera sido demasiado para soportar y trabajar. Posiblemente, esto se deba en parte a lo que se necesitaba contener (la intensidad de la culpa), en parte a la calidad del contenedor (mi presencia analítica en un entorno en línea). Luego considero la dinámica inconsciente de un movimiento general de “rendición de la subregnidad individual”, una especie de sumisión hacia un “funcionamiento de mente de colmena” (¿las sociedades más activas para la coordinación colectiva reaccionan más eficientemente ante una pandemia?), desencadenada no tanto por un deseo de conformarse y obedecer a un orden superior proclamado por un Gobierno que no gobierna (racionalización de Sofía), sino por una súbita (traumática) percepción de dependencia mutua entre los seres humanos. Altea Altea, de 40 años, interrumpió su relación de un año porque sentía que su novio era demasiado exigente, lo que interfería en su carrera. De hecho, trabaja como investigadora biomédica en España y se describe a sí misma como una “cerebro drenado” y una “workaholic” que invirtió toda su existencia en el trabajo. Pero tras el enésimo fracaso relacional decide tomarse un año sabático durante el cual piensa someterse a un psicoanálisis. Tenemos un análisis regular durante un año. Sin embargo, al final del año sabático, nos enfrentamos al dilema de si interrumpir un análisis suficientemente justo (sin incidir) o continuar. Sea como fuere, no puede librarse de la obligación de volver a su trabajo en Barcelona. Altea expresa su necesidad de continuar su análisis conmigo por internet. Aunque no era lo que había planeado inicialmente, confiesa con cierta mojigatería, siente que todavía tiene demasiadas dificultades en cuanto a la dimensión afectiva de las relaciones y, además, le gustaría llevar adelante una relación, la que tiene con ella. analista, que ella experimenta como segura e intensa. La alerta del Covid-19 entra en la vida de Altea como “una molesta distracción del trabajo… una histeria típicamente italiana”. Sin embargo, justo porque acaba de regresar de una de sus frecuentes visitas a Italia (durante la cual tenemos sesiones regulares), se ve obligada a usar una máscara facial cuando está en el trabajo. Comienza a percibir una sensación de extrañeza al caminar por las calles de la ciudad que la había hecho sentir bienvenida tantos años antes. Ella se pregunta dónde está su hogar. Y lo vive como una intrusión abusiva, un obstáculo a su actividad investigadora, cuando su padre (médico) insiste en que vuelva a Italia, porque, a su juicio, España sufrirá un tsunami de contagios similar al que asoló a Italia. y su hija estarán aislados en un pequeño apartamento en el centro de Barcelona. Según Altea, está exagerando: es un padre italiano al que le gustaría tener a su hija en casa, toda para él, como cuando era niña. Subrayo el deseo de encerrarse en una mónada narcisista, impenetrable a cualquier consejo externo, para no volver a una forma infantil de relacionarse con el padre. Al cabo de un momento, confiesa que lo que sugiere su padre es seductor: la inmunizaría de cualquier necesidad de preocuparse y pensar (“Pasaría la cuarentena dormitando mientras tomo baños de sol en nuestra masía de Monferrato”), pero obstaculiza su búsqueda. para su hombre, porque pone a cero dentro de ella cualquier intensidad emotiva (Green, 1966-1967). Altea decide volver a Italia, pero descubre con asombro que no es un desafío fácil: esta vez no es tan inmediato como siempre. Sus trenes de alta velocidad habituales están cancelados, los aviones son imposibles de reservar y los autobuses de bajo costo están completos. Parece que la frontera es infranqueable. Salvo que, unos días después, Altea me sorprende en cuanto es capaz de crear, con paciencia, una nueva ruta para volver a casa. Por lo tanto, regresa y describe el viaje con una participación personal y una intensidad emotiva desconocidas: no solo su traslado habitual, solitario y rutinario; pero ella me involucra en el viaje como un sorprendente “asunto de dos vías” (Nissim Momigliano, 1984, p. 347ff.). Una prótesis tecnológica Los escenarios en línea aumentan el peligro de pasar de estirarse hacia el paciente a convertirse en una prótesis para el paciente: “Un objeto sólo parcialmente animado,... que no está del todo inactivo, y que puede ser fuente de algún tipo de vitalidad” ( Micati, 1993, págs. 207 y ss.). Speziale-Bagliacca (2010) nos recuerda que incluso las teorías pueden ser para nosotros prótesis tecnológicas, con la función de “regular las emociones cuando necesitamos enfrentarnos a una tarea compleja y difícil”: “Cuando… se inhibe la curiosidad hacia otras soluciones, o evitada una nueva experiencia, esas prótesis acaban fosilizándose y se viven como resultado de la experiencia” (p. 214). En la misma línea, Contardi y Gaburri (1994) señalan: “Cuando se bloquean la elaboración y la creación innovadora, volverse a ´la norma´ tiene el objetivo de contener un posible ´desbordamiento´ y ´violaciones´ tanto en un nivel teórico y deontológico. Es evidente que nuestro pensamiento, en este sentido, se dirige tanto a la situación política actual como a lo sucedido… a nuestra sociedad-estructura. Claramente, con nuestro discurso no pretendemos desvalorizar el recurso alguno a los ´códigos éticos´ para el control de los fenómenos grupales que se han descontrolado (aspectos psicóticos que han asumido el protagonismo de los grupos), pero queremos sugerir que ´ la norma´ por sí sola no es capaz de producir ninguna transformación, a menos que venga acompañada de una cuidadosa reflexión sobre los ´descontentos´ que atraviesan las dimensiones colectivas. Bion sugiere que la servidumbre y la complacencia son el producto de nuestras propias "alucinaciones" y miedos, más que el resultado de la opresión del superyó. Esto explica por qué nuestra principal dirección ética es ser la antítesis de la “compulsión de repetición”, es decir: no puede ser una mera actitud de “combatir el mal”; más bien, es una tensión hacia la búsqueda continua de nuevas hipótesis que puedan promover auténticos movimientos transformadores, no solo esas “prótesis” de las que hablaba Freud. Entre esas ´prótesis´, Bion apuntaba a todo aumento de conocimiento (K) que no se corresponda con una paralela conciencia sobre sus límites y entusiasmo por lo desconocido” (p. 640). Los dos autores se refieren a La civilización y su descontento, donde Freud describe cómo la omnisciencia y la omnipotencia perdidas se recuperan con la ayuda de “la ciencia y la tecnología”: “El hombre se ha convertido, por así decirlo, en una especie de Dios protésico. Cuando se pone todos sus órganos auxiliares es verdaderamente magnífico”; sin embargo, “no se siente feliz en su carácter divino” (Freud, 1929, pp. 91-2). Con el presente escrito doy testimonio de cómo también los “pacientes nómadas”, acostumbrados a moverse de un lugar a otro, han sido sometidos al impacto de la emergencia del Covid-19. Sin embargo, este escrito también trata, implícitamente, de las posibilidades del teleanálisis. Es mi opinión que el analista no puede dejar de “destruir continuamente” (Winnicott, 1969) las herramientas tecnológicas en las que se basa cualquier posibilidad de un teleanálisis en la medida en que son altamente no ideales para el análisis. Sólo después de haberlos destruido, después de haber resaltado cada defecto y defecto, puede aprender a usarlos. Contardi R. & Gaburri E. (1994). Etica, civiltà e psicoanalisi [Ethics, Civilization, and Psychoanalysis]. Rivista di Psicoanalisi, 40, 4, pp. 623-643. Freud S. (1930). Civilization and its Discontents. The Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, Volume XXI (1927-1931): The Future of an Illusion, Civilization and its Discontents, and Other Works, 57-146. Green A. (1966-1967). Primary narcissism: structure or state? In Life Narcissism, Death Narcissism. London: Free Association Books, 2001. Micati L. (1993). How Much Reality Can We Bear?. Rivista Psicoanal., 39: 205-215. Nissim Momigliano L. (1984). Two people talking in a room. An investigation into the analytic dialogue. In Shared Experience. London: Routledge 1999; also in Borgogno F., Marino Coe L. & Luchetti A. (2016), Reading Italian Psychoanalysis. London: Routledge. Speziale-Bagliacca R. (2010). Come vi stavo dicendo. Nuove tecniche in psicoanalisi [As I was saying. New Techniques in Psychoanalysis]. Roma: Astrolabio. Winnicott, D.W. (1969). The Use of an Object. Int. J. Psycho-Anal., 50: 711-716. COMENTARIOS |
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