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Las sesiones del domingo. Covid19 en un penal de mujeres.



Testimonios de un trabajo de atención psicoterapéutica en un penal de mujeres de Perú realizado durante el periodo más intenso de la Pandemia Covid 19.



Maria Julia Ardito, 04/08/2022, Lima
SPP / majardito@gmail.com

 

Artículo cedido por la autora, pre publicado en la revista de la SPP en 2020.-




La invitación a escribir para la revista de la SPP es una puerta institucional que permite hacer público el tejido creado en el vínculo terapéutico entre la voz del encierro y la palabra alumbrada más allá de los muros. 
Hace varias semanas me llamaron para hacerme una entrevista y la periodista dice 

“cuéntanos, no sabemos lo que pasa en penal de mujeres…” Más allá de lo que le respondí ante este - no saber-sabiendo-, hoy asumo este espacio para compartir entre colegas algo de lo que acontece en el vínculo terapéutico sostenido con una paciente del penal durante este tiempo de encierros. Este encuadre institucional me permite poner en palabra escrita lo que a modo de filigrana se va entrelazando en el espacio-tiempo transicional, suficientemente bueno, precario pero facilitador. 

Dia de la Madre - sesión del domingo 9 de mayo- 

No sé ni como comenzar a escribir, pero siento que tengo que hacerlo. Esta mañana a las 7 am. recibo una llamada del penal. Es R y me comunica que se ha confirmado que dos de las mujeres del pabellón B tienen COVID19.  
Creo que en esos minutos sentí en mi mente y cuerpo el miedo encerrado dentro de esos muros del penal a través de la voz de R cargada de angustia, pidiendo ayuda en nombre de todas sus compañeras. Le respondí con prontitud pues detrás de ella había otras mujeres esperando el turno de teléfono para hablar con sus familias. Le dije: “…OK, ahora haré lo posible…” 

El impacto ha sido fuerte en mí, tuve que respirar y decidir pensar. Lo primero que vino a mi mente fue la llamada recibida por R ayer a las 6 pm. Sólo pocas horas de distancia entre una llamada y otra. Sólo la noche las separa. Ahora puedo pensar en lo trágico de la noche, solo ese espacio de tiempo y silencio para que la próxima comunicación transmita lo amenazante. 

La llamada telefónica de ayer era para preguntarme si había recibido el documento de 70 páginas que me habían enviado. Ese documento es en respuesta al pedido hecho por el ministro de Justicia a raíz de la carta escrita por las mujeres el 30 de abril pidiendo que se tenga en cuenta el riego que corren 53 de ellas pues por el estado de salud preexistente requieren cuidado o atención ante el posible contagio de Covid19. El documento consta de fichas personales y testimonios firmados por ellas y en algunos casos con la autorización para que sean publicados. Son 70 páginas escritas a mano, fotografiadas y enviadas por wap por medio de un familiar de R. Ante mi pregunta de cómo están su respuesta es: “tenemos miedo, te imaginas que si una se contagia esto va a ser terrible, estamos haciendo lo posible para que no ingrese el Covid aquí. Desde la dirección y nosotras tenemos todos los cuidados, pero no tenemos Panadol, ni las medicinas para las que hacen tratamientos, además no hay médico ni enfermera. Tenemos miedo” 

La misma voz, dos llamadas telefónicas, es el único modo que tienen de ser escuchadas. La palabra dicha, escrita y firmada.  
Inmediatamente transferí el contenido de la comunicación a mi equipo y a todas las personas e instituciones que tienen poder para intervenir adecuadamente. Mientras escribo también pienso en la precariedad que existe a ese nivel de gestión. Entonces convive en mi la rabia e impotencia, pero no logran paralizarme sigo intentando trasladar más allá de los muros el clamor de estas mujeres y en ellas de todas sus familias. 

Sí, familias, pues soy testigo de la preocupación de cada una por sus hijos e hijas, cada día piensan en ellos y en cómo seguir manteniendo la comunicación, el vínculo, la confianza, la esperanza. No quieren ser una carga para sus familias “esperaré para comunicarle a mi hija, no quiero preocuparla tan temprano…aunque, tienes razón es preferible que se entere por mi…”. 

Pienso en la capacidad de estas mujeres, incluidas las autoridades del penal, de gestionar lo posible a favor de la vida. Solidariamente utilizando los recursos que tienen de limpieza, muebles, pero también se que todo allí adentro es precario. Más de 200 mujeres en el pabellón donde están las infectadas y sólo 4 baños para todas. Sólo tres teléfonos siendo el único medio para estar en contacto con sus familias.  Esa misma realidad se repite en los otros dos pabellones. Están hacinadas durmiendo de a tres en celdas de 2.50 mts cuadrados. ¿Cuánto podrán prevenir el contagio? Hay personas mayores, otras enfermas con cáncer, diabetes, lupus etc. Sumado a las que están con tratamiento psiquiátrico y sin la medicación necesaria. 
 
Tampoco ellas están paralizadas, saben de resistencias y sobrevivencia, pero también saben de pobreza, precariedad y muerte. Las he visto a lo largo de estos doce años trabajar por su rehabilitación con la meta de reinsertarse activamente en la sociedad. Las he acompañado desde la terapia cuando se ponían de pie después de atravesar duelos largos. O cuando volvían a iniciar procesos después de fracasos en la búsqueda de justicia.  
Pero hoy en ese encuentro telefónico desde ambos encierros hizo que sintiera la cercanía y la total ajenidad. Así como la noche vital en todo su misterio esa voz me permitió convivir con lo siniestro, sentir como ese “virus que irrumpe” nos deja a ambas totalmente desamparadas. Esa fue la travesía de un segundo sentida en cuerpo y mente.  

La imagen-sesión del domingo 17 de mayo 

Transcurre la semana desde ese día de la Madre y este domingo.  Nuevamente la noche se ha convertido en la peor pesadilla, amanecemos con la noticia de que el Congreso de La República rechaza el dictamen en mayoría del proyecto de ley sobre la reducción del hacinamiento en los penales. Proyecto que ha sido abalado por los otros poderes del Estado razón por la cual las mujeres del penal podían sentir que su voz había sido escuchada.  

La palabra escrita y firmada por cada una de ellas había sido atendida e integrada con otras voces en la toma de decisión del poder Ejecutivo. Eso fue una apuesta liberadora. Pero nuevamente la condena a muerte también proviene de quien tiene que legislar a favor de la vida. 

Hoy 6.30 am recibo la llamada telefónica de R- “Esperábamos que aprobaran, otra desilusión más, de este penal no ha salido ninguna de las chicas con beneficios ni por salud, estamos cuidándonos, pero tenemos miedo, ya son más las contagiadas, están aisladas en el auditorio. …las que las atienden son las mismas chicas(internas) que son enfermeras o saben más…bueno, tiene un mandil y lo lava cada vez que regresa de atenderlas. Pero creo que no es suficiente. ¿Qué vamos a hacer? …estoy bien…pero……pensaba que me falta poco para salir, no quiero perder la esperanza, pero como otras compañeras se cruza ese pensamiento de si saldré con vida de aquí. No quiero pensarlo, pero tengo miedo”  

Este es el introito de esta mañana al sentarme a escribir este texto. O mejor dicho quizá a continuar escribiendo.  Viene a mi mente lo dicho por colegas en un espacio entre psicoanalistas “es tiempo de pensar corto”, quizá así sea, sólo puedo escribir como en un tejido aquello que acontece, lo que provoca y la palabra que alumbra en este mientras tanto. Este tiempo-espacio transicional donde tenuemente vamos inaugurando algunos pensamientos y palabras. 

Al escribir la sesión tengo frente a mí una pintura hecha por R hace un par de años. Este tiempo de encierro en mi casa, no pudiendo ejercer varias dimensiones de mi derecho a la libertad entre ellas el mirar a los ojos directamente a las pacientes del penal, entonces el cuadro   me permite hacerlo de manera virtual. Allí está esa mujer de quien en esta cuarentena solo oí su voz.  

Al mirar la pintura viene a mi  recuerdo lo que dijo en aquella sesión de hace dos años atrás cuando habló del cuadro y de lo que ella expresaba en él: “Quien no ha sentido el dolor profundo y tenido la tentación de desfallecer y ser vencida? Al dolor si se lo asume como aprendizaje de vida nos eleva, nos da el valor de superar las adversidades y continuar caminando a paso firme...  Mi mirar conoce mi dolor y sabe que las ausencias no lo son en realidad, pues llevo adentro a los que amo... Mi mirar (mi vida) no lo detiene ni muros ni rejas, ni presiones internas, ni circunstancias; mi mirar disfruta de su capacidad de darme amor y de dar amor. Así descubro que soy libre para amar y vivir, conectándome con unx y con todxs porque una mujer es, a la vez, todas las mujeres” 

Rocío lleva más de 20 años en prisión y como dice a hecho aprendizaje del dolor, pero además ha llegado a consolidar una cierta inmunidad psíquica. Apropiándome de los términos psicoanalíticos que estamos implementando en estos tiempos. Cuenta con recursos internos, a elaborado durante estos doce años de proceso terapéutico un encuadre interno capaz de sostener y tramitar el conflicto. Es por esto que al escucharla en las sesiones breves de contacto telefónico estas semanas me lleva a confirmar que solo quien tiene estos recursos puede atravesar semejante   amenaza proveniente desde todas las vertientes intra y extramuros.  

Al escucharla decir en la sesión de esta mañana que tiene miedo, y que intenta quitar de su mente este pensamiento que se avecina como fantasma “¿saldré con vida?”, estando a puertas de salir en libertad cumpliendo los años de condena, acunando la ilusión sostenida de vivir con sus hijos otra etapa de su vida, es ahora cuando la amenaza como fantasma de muerte invade su mente. 

En mi escucha puedo sentir también el aguijón de la incertidumbre. En este momento y contexto actual donde la autoridad no protege con la ley, renuncia a hacerlo, provoca en mi como analista también rabia, desconcierto, temor. Me pregunto hasta dónde una persona puede sostenerse, aunque sepa de torturas, violaciones, y robo de identidad, pero cuánto más podrá seguir resistiendo cuando todo se vuelve incierto y nadie pone límite cuidador. 
Esto colegas, es algo de la sesión de hoy.

Antes de cerrar esta sesión  

Vuelvo a mirar el cuadro y me hace pensar en la realidad de los penales que han salido a la luz de manera disruptiva estas semanas, introyectándose en imagen y grito dentro de nuestras casas, familias, mentes. Esa realidad oculta donde seres humanos viven de manera infrahumana ha atravesado los muros protectores de nuestra visión social. 

¿Cómo quedar inmunes ante un evento que nos refleja como en espejo quizá lo terrorífico que cada uno intenta controlar en su fuero interno? Ese otro mundo oculto, oscuro, descontrolado, perverso, tenebroso, condenado. Creo que ese espejo nos devuelve en imagen y palabra lo que muchos estamos sintiendo hoy.  

R: “… ¿saldré con vida de aquí? No quiero pensarlo, pero tengo miedo” 
 


COMENTARIOS



1 intervenciones.
Nueva búsqueda

Juan Pinetta / Argentina:
Muy buen testimonio de un trabajo difícil en el que se superponen difíciles contextos. Me hizo acordar a Víctor Frankl cuando decía que podían someter todo su cuerpo pero no su capacidad de pensar. / 06/08/2022
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