Géneros y binarismos... ¿Qué diferencias en jaque?
Reflexiones sobre el abordaje del género desde una perspectiva no binaria.
![]() ![]() 2019-11-07 Lera Boroditsky, lingüista que se dedica al estudio de las determinaciones culturales a partir del lenguaje –y no al revés- dice: “si tu lengua y tu cultura te permiten nombrar o hacer ciertas cosas, tu de hecho puedes hacerlas”. Las palabras y sus usos tienen consecuencias en el modo en que las personas piensan. Así como estamos tratando de erradicar algunos usos ofensivos para ciertas palabras; hay otras que se están creando para hacer lugar a nuevas realidades y objetos. El psicoanálisis, por supuesto, ha complejizado esta relación del sujeto con su lengua al afirmar que el sujeto nace en el lenguaje, y que “la palabra es sin duda mediación entre el sujeto y el otro” (Lacan, 2007). Hacer lugar a las nuevas palabras, tratar de entender las realidades a las que aluden –aún en disidencia-, no es necesariamente el ejercicio de un totalitarismo, es abrirse a la oportunidad de preguntarnos: Por que pienso del modo en que lo hago?, Cómo podría yo pensar diferente? Y finalmente, Qué pensamientos yo deseo crear?. En esta línea, las realidades que tratamos de explicar tienen asiento en el lenguaje, en nuestra época y en un conjunto de valores o principios que dan entidad cultural y simbólica a ciertos fenómenos. Traigo estas ideas al frente porque me quiero plantar en un supuesto. El psicoanálisis es una teoría, es decir, es un conjunto relacionado de argumentos, de conceptos entramados en una lógica discursiva. Es, por lo tanto, producto de su cultura -antes y ahora-. Naturalmente, se va moviendo y adaptando a medida que los nuevos objetos culturales se van modificando. Entiendo que la afirmación sobre las diferencias en jaque es pertinente mucho mas como pregunta que como sentencia. Veamos, por ejemplo en este contexto, algunos de los nuevos objetos nominados: La OMS y UNICEF han consensuado una definición compleja de la sexualidad como la expresión combinada y singular de 4 componentes: identidad de genero, expresión de genero, sexo biológico y orientación sexual. Básicamente, la combinación de estas 4 dimensiones dan cuenta de la singularísima autopercepción, condición biológica y ligadura afectiva y erótica de un sujeto respecto de su cuerpo sexuado, de los fines de su sexualidad y de su elección de objeto. En esta definición, cada componente tiene categorías propias. La identidad de genero, por ejemplo, implica las categorías de hombre, mujer y trans. La expresión de genero incluye lo masculino, lo femenino y lo andrógino, la dotación biológica de un sujeto asume las posibilidades de macho, hembra e intersexual (donde hoy se encuentran incluidas mas de 50 formas diferentes de intersexualidad que involucran a mas del 1,5 % de la población mundial) y, por ultimo, la orientación sexual que atañe a las elecciones de objeto heterosexual, homosexual, bisexual, pansexual y plurisexual. Estas definiciones establecen al menos tres manifestaciones para cada dimensión y desde un binarismo sexual y de género, estamos desestimando en todos los casos, al menos una. Es cierto que el psicoanálisis no se ocupa de esto, sin embargo, si remite el devenir psíquico a una posición inconsciente en relación a la castración y ésta es relativa a una equivalencia falo=pene; entonces es valido cuestionar si sus presupuestos cubren todos los observables. Freud (1922) estableció que el psicoanálisis es: “Un método para la investigación de procesos anímicos difícilmente accesibles por otras vías, un método terapéutico de perturbaciones basado en tal investigación, y una serie de conocimientos psicológicos así adquiridos, que van constituyendo paulatinamente una nueva disciplina científica”. En este sentido, siempre se mantuvo permeable a discutir aquellas hipótesis teóricas toda vez que sus observaciones las refutaban. Sin perder de vista que toda teoría, empezando por la propia, no es más que un modelo conjetural, siempre parcial, siempre provisorio. Si no hubiera podido pensar que las teorías de su época no daban cuenta de “sus histéricas”, que no eran anomalías descartables sino que merecían entidad epistemológica, el psicoanálisis no hubiera existido. Esta no es una lectura culturalista, es la comprensión histórica del origen de una teoría. Retomar estas ideas me permite plantear que una de las diferencias en jaque mas significativa es la diferencia entre teoría y fe. Entre teoría en un sentido estricto y creencia. Toda teoría intenta establecer regularidades entre los objetos que observa y relaciones entre sus comportamientos. Aun cuando acordemos, sin duda, que lo inconsciente es un irreductible psicoanalítico, terreno de expresión de la sexualidad y de las protofantasías, frente a los nuevos objetos creados, frente al otorgamiento de existencias de nuevas categorías en la sexualidad, es interesante debatir si la sexualidad binaria y “esas” protofantasías alcanzan para explicar todo el abanico de expresiones posibles sobre la sexualidad humana. Mas que una diferencia en jaque, es una pregunta genuina. Entiendo que es complejo puesto que, si retomamos la sexualidad freudiana en su carácter polimórfico central, con un fin en si misma, con pluralidad de objetos y metas, deberíamos aceptar que no hay nada que justifique –salvo los propios postulados de “su” época- la atribución jerárquica de “normalidad” a una heterosexualidad cisgenero y reproductiva. Ese salto lógico, que implica juicios de valor dentro en la teoría, solo se explica si se incluye los valores victorianos de su cultura -compartida por muchos otros intelectuales de su época-. De modo que, aun pensando en que una teoría debería estar mas allá de su época, de su cultura y su lenguaje, no lo esta. Esto es de importancia sustancial para nuestras practicas. Por que? La teoría psicoanalítica, tal como ha sido definida, articulada como una practica para disminuir el sufrimiento humano, tiene consecuencias sobre las hipótesis técnicas con las que operamos con nuestros pacientes. Tiene consecuencias en las intervenciones posibles en el campo transferencial. Y las ha tenido. La IPA ha podido “despatologizar” la homosexualidad recién en los 90. Veinte años mas tarde que la psiquiatría. Probablemente empeñado en una universalidad atemporal, su adaptación a nuevas realidades llevo muchísimo tiempo. Y este año 2019, la sociedad psicoanalítica americana pudo recién pedir perdón por los daños causados por los psicoanalistas al tratar a la homosexualidad como enfermedad. Daño al no poder incluir esa discontinuidad dentro de la teoría y seguir tratándola como una anomalía a corregir. } La verdad es que, sin poder cuestionar los modos de salida del Complejo de Edipo, fue imposible para muchos analistas pensar la existencia de una categoría alternativa a la heterosexualidad que no fuera una homosexualidad como expresión de perversión o psicosis. La culpa no es de Freud, sino de la confusión entre objetos teóricos (construcciones) y hechos. La asimilación de la diferencia entre hechos y explicaciones hizo que muchos analistas y en cierta medida sus representantes, avalaran practicas iatrogénicas. Y aquí tenemos otra diferencia en jaque, la diferencia entre una teoría al servicio de la comprensión de los fenómenos humanos y una teoría que a veces ha sido puesta por encima de los sujetos que ha intentado comprender. Y los desafíos hoy son personas, de hecho, están, se nombran: transgénero, transexuales, intersexuales. Viven, piensan, crean, disfrutan, sufren y nos interpelan. Entiendo que el lecho de Procusto con el que nos encontramos es la diferencia sexual anatómica. La condición de macho o hembra. Nadie discute, ni en el mas acérrimo revisionismo teórico, la centralidad del anclaje anatómico. Allí se anudan fantasías y lenguaje. De allí se desprende que la sexualidad es mucho mas que el sexo asignado, y que el sujeto ingresa en el terreno de la filiación y de la diferencia gracias a la sexuación. Pues bien, hoy hay tres categorías nominadas: macho, hembra e intersexual. Creer que ese cuerpo intersexual es un ente anómalo, un “entremedio” entre hombre y mujer es no comprender que es un cuerpo ontológicamente diverso, un tercer cuerpo que, justamente porque su anclaje anatómico es radicalmente diverso, merece plena condición de existencia. De otro modo, estamos poniendo en jaque de esta otra diferencia, esta otra corporalidad. Estamos desmintiendo la intolerancia y la incertidumbre que generan, y propiciando múltiples modos de reasignación compulsiva de sexo que arrasan el psiquismo. Esta tercera forma anatómica -y eventualmente psíquica- es una nueva diferencia en jaque. Quiero decir, cada vez mas claramente, se habla de función tercera, esa que habilita la constitución de una alteridad radical, como función lógica, desprovista de teorizaciones de género o sexuales. Si la función tercera, la función de corte es nudo del complejo de Edipo, si la constitución de la alteridad psíquica es su meta, si esa diferencia es el logro, creo que esa diferencia no esta en jaque. En absoluto. Creo que se discute si aquel recorrido edípico planteado es el único posible y si estamos pudiendo comprender las reglas generales de los procesos identificatorios y de los ideales en juego. Desconocer este revisionismo es desestimar buena parte de los últimos 50 años de desarrollos psicoanalíticos y la clínica actual. No es ESA diferencia la que esta en jaque. Lo que esta en jaque son los binarismos usados para explicar el funcionamiento psíquico y sus consecuencias. Y aquí es donde yo me sorprendo por lo escandaloso que parece. Freud desmanteló el binarismo sujeto/objeto gracias a su noción de transferencia, relativizó el binarismo salud/enfermedad (mucho mas que muchos discipulos). El pensamiento crítico freudiano apeló a cuestionar las categorías de su época y complejizó el binarismo consciente/inconsciente hasta hacerlo estallar. Sumo las nociones de pulsión y con ello afectó las nociones inequívocas de temporalidad –rompiendo la dicotomía entre pasado y presente-, espacialidad –relativizando el aquí y ahora respecto del allá y entonces-, redefinió así sexualidad y muerte desde el campo de la significación. Hoy no alcanza, en términos epistemológicos, el binarismo sexual y pronto tampoco alcanzará el binarismo naturaleza/cultura. Freud se encargó de fundamentar que las lógicas derivadas de categorías de opuestos no alcanzan para explicar los fenómenos humanos. Ya lo dijo René Thom “Todo lo riguroso es insignificante”, se refería a la pobreza resultante de desestimar las anomalías, catástrofes o discontinuidades en pos de salvaguardar la armonía teórica. Bibliografía Lacan. J (2007) Seminario de Jaques Lacan libro I. Los escritos técnicos de Freud. Buenos aires .Paidós COMENTARIOS |
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